Editorial
21-Agosto-2009
Juan Andrés Lago
La ofensiva de la derecha piñerista es en todos los frentes.
Es un dato de realidad que, en este cuadro, la derecha y el pinochetismo empujan a otros sectores en competencia electoral en la dirección que les es conveniente. Tienen la fuerza y la voluntad para ello y aprovechan ejemplarmente su poder para erosionar, dividir y golpear a quienes consideran competidores y enemigos.
A la Concertación la consideran un competidor-adversario, y a la izquierda un enemigo.
En los distritos en donde se concentra la batalla por romper la exclusión, en el marco del pacto instrumental Concertación-Juntos Podemos Más, la derecha ha comenzado a realizar una actividad económica y política de creciente incidencia. Actúan para evitar el doblaje y para impedir que la izquierda elija parlamentarios. Una de sus principales prioridades es evitar el perder una representación en el parlamento que les proviene del uso y abuso del sistemabinominal. Más aún, su pretensión es aumentar esa representación.
Las agresiones verbales y físicas en aumento, que protagonizan parlamentarios derechistas y líderes del pinochetismo, no son un episodio o una anécdota. Ya se sienten gobierno y han comenzado a mostrar las garras. Incrementan las amenazas y sus medios de prensa son cada vez más agresivos, sancionadores y estigmatizadores del Partido Comunista y la izquierda.
Algunas muestras de esta agresión creciente:
1) En el Senado bloquean y condicionan el ingreso de Chile a UNASUR, asunto que obviamente apunta a fortalecer un eje regional conservador y pro norteamericano con Uribe en Colombia, García en Perú, Micheletti en Honduras, Calderón en México.
2) Amenazas anónimas al j uez que investiga la muerte del ex presidente Frei Montalva; amenazas reiteradas al periodista Francisco Herreros para evitar que continúen las develaciones que ha hecho El Siglo en varios aspectos que involucran a la derecha y el pinochetismo.
3) Defensa de la represión policial y plan para la militarización (copiado de Uribe en Colombia) de todo el territorio en donde habitan las comunidades mapuches, mientras tratan de aparecer como los grandes defensores del pueblo mapuche.
4) Deslegitimación de la actividad política, especialmente la que realiza la izquierda.
5) Deslegitimación y cierre de espacios a la acción y discurso de los
sindicatos y de la CUT.
6) Presión y legitimación de planes de privatización que involucran mayores favores a los grupos financieros y transnacionales. Especialmente en las áreas de Salud, Educación, Minería, Finanzas, Construcción. Profundización del rol subsidiario del Estado, el cual impuso Pinochet.
Con todo, lo que hoy debe quedar claro es que la derecha no ha llegado a ser lo que es por un legítimo juego de correlaciones políticas en un campo realmente democrático.
Lo que ocurre es que hoy está mucho más cerca de conquistar el gobierno.
La derecha se ha incrementado porque la nefasta política de «los consensos democráticos» le ha favorecido enormemente y en todos los planos. Se le ha otorgado carta de legitimidad al considerarla un «pilar fundamental de la gobernabilidad democrática» desde el momento que se inicia la mal llamada «transición a la democracia».
Esto es lo que hoy está en crisis.
Una salida a eso es la democratización real del país.
El pacto instrumental expresa en forma muy significativa un camino en esa dirección, es decir, avanzar hacia una nueva correlación política en el parlamento. Si eso se entiende bien, desde el campo democrático, entonces cualquier acción que lo ponga en peligro simplemente favorece a la derecha, tanto en el tema estrictamente parlamentario como en relación a los futuros escenarios políticos nacionales y regionales.
La batalla contra la exclusión es un paso, pero es un paso extremadamente importante: Relativizarlo es, en el cuadro actual y futuro, un profundo error y un favor a la derecha.
En este contexto, la construcción de la alternativa de izquierda con un programa de gobierno y con un candidato presidencial, Jorge Aírate, que acrecienta su influencia política y social es el camino adecuado y necesario para seguir avanzando.
Es lo que se debería entender más temprano que tarde en el campo de la izquierda y en el campo democrático.
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