martes, 22 de septiembre de 2009

DOCUMENTOS DEL PC CHILE

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HAY QUE DEJAR ATRÁS VIEJAS IDEAS QUE EL TIEMPO HA DEMOSTRADO SON FALACES.
Luis Corvalán.
http://elmerluza.blogspot.com/2009/09/hay-que-dejar-atras-viejas-ideas-que-el.html

AÑO 2002 : XXII CONGRESO NACIONAL
Convocatoria al XXII (Junio de 2002)
Informe al XXII Congreso Nacional del PC
Conclusiones del XXII Congreso del PC

AÑO 2006 : XXIII CONGRESO NACIONAL
Informe central (24 de Noviembre de 2006)
Resoluciones del XXIII Congreso Nacional del PCCH

AÑO 2007 : DOCUMENTOS ENCUENTRO SINDICAL 17 DE ENERO.
PC sobre sindicalismo en el mundo
Encuentro Sindical: Informe central
Encuentro Sindical: Resoluciones

Hay que dejar atrás viejas ideas que el tiempo ha demostrado son falaces.

Documento
Intervención de Luis Corvalán en Congreso Nacional del PC 1989
(Transcrito por Proycom-Vozsiglo21)

Queridos compañeros:

Esta es la primera reunión con más de diez personas en que participo desde mi ingreso al suelo patrio. He sentido una inmensa alegría al ver con mis propios ojos el gran Partido que tenemos. iQue magníficos combatientes se han forjado en el crisol de la lucha contra la dictadura; que excelentes cuadros obreros, artistas, científicos, intelectuales en general han pasado por esta tribuna! Las intervenciones han sido profundas, conmovedoras, llenas de vitalidad y pasión revolucionaria.

Los nuevos cuadros, junto a los ya maduros pero todavía jóvenes, que han formado estos años el núcleo dirigente, son prendas que aseguran la continuidad y el desarrollo del Partido que fundara Recabarren y el éxito en su gran objetivo de construir mañana el socialismo.
Me he sentido feliz de reencontrarme con viejos camaradas y de conocer personalmente algunos de nuestros líderes de masas como Miguel González, Sergio Troncoso y Jorge Pavez. A este último se lo dije personalmente- Io veía mas grande a través de la televisión y de las fotografías de prensa, y ahora encuentro que no me pasa por mas de un centímetro.
Estoy feliz también de haber conocido y saludado a mi paisano José Santos Mellao y a esa maravillosa muchacha cuyo solo nombre evoca, por una parte, el salvajismo de la dictadura, y por otra, la valentía de la juventud, la entereza de la mujer chilena y la firmeza de los comunistas.
Me refiero, obviamente, a esa querida compañera de cuya sencillez, simpatía y calidad humana estoy francamente enamorado, Carmen Gloria Quintana.

Comparto plenamente la alta valoraci6n que se ha hecho del informe y del Congreso. Uno y otro recogen la rica discusión que durante varios meses ha conmocionado nuestras filas y resumen la sabiduría colectiva del Partido. Muestran que la política de Rebelión Popular de Masas se ha hecho carne y sangre en el Partido, y no por casualidad, no porque alguien o algunos la hayan ideado o introducido no se de que manera en la conciencia de nuestros militantes, cosa que por cierto seria pretenciosa, pretenciosamente torpe, sino porque en definitiva es creación suya, que ha surgido de la vida y no de los cabellos de nadie.

El rasgo más sobresaliente de este Congreso es su acentuado espíritu crítico y autocrítico, y el afán renovador y de cambio de todo aquello que entrabe de algún modo el avance del partido y la aplicación de su política.
La critica y la autocrítica refuerzan la renovación. Esta es y debe ser una constante del Partido. Renovarse o morir, escribía José Ingenieros en los años de la Revolución de Octubre. No tenemos otra alternativa, afirma a menudo Gorbachov, que no sea la de salir adelante con la perestroika.
Los países socialistas y los partidos comunistas, cual mas cual menos, y por cierto que no de igual manera, están obligados a rectificaciones y reestructuraciones.

El socialism0 no puede seguir atrás del capitalismo en la productividad, en la revolución científico-técnica y en no pocos aspectos atingentes a la democracia. Y los partidos comunistas no pueden seguir marcando el paso. Fueron creados hace 50, 60 o 70 años para hacer la revolución, y se cuentan con los dedos de la mano aquellos que han podido llevarla a cabo sin que hayan jugado en forma determinante factores exógenos. Nuestro Partido se afanó ayer en la búsqueda de un camino propio, y aunque no logró llevar la revolución adelante y al triunfo definitivo, esa búsqueda es parte de su historia y ha sido, es y debe seguir siendo motivo de análisis para enriquecer nuestra experiencia.

Hoy de nuevo el Partido da muestras de capacidad creadora para abrirle al pueblo un nuevo y más seguro camino para la conquista del poder. A ello responde la política de Rebelión Popular de Masas, cuya vigencia va mas allá del término de la dictadura, que por cierto es Io primero. A ello responde también su política militar como componente esencial y permanente de su línea. Esto es renovación, renovación verdadera. No comenzada con la perestroika. Pero es un hecho que esta constituye un gran aliento en este aspecto, un estímulo y un ejemplo. La renovación opera y debe operar en todos los aspectos. Percatarnos de los grandes cambios que se producen en los distintos campos en el orden nacional e internacional es condición sine qua non para llevar adelante una política de renovación profunda y con perspectivas revolucionarias.

Hay que dejar atrás viejas ideas que el tiempo ha demostrado son falaces.

Entre las concepciones obsoletas está la exaltación de la llamada pureza de la línea, en custodia de la cual mas de algún compañero ha creído, buenamente, tener una misión predestinada.
La línea del Partido está en constante confrontación con la práctica y, por tanto, no es nunca pura ni exacta; está sujeta a rectificaciones y perfecciones de uno u otro volumen y, como se ha remarcado en el Congreso, el Partido es una organización viva que tiene sus propias contradicciones y es campo de lucha permanente entre lo nuevo y Io viejo.

No puede extrañarnos, entonces, que hayan surgido discrepancias en el seno del Partido, incluso en su Comisión Política, y principalmente entre dirigentes que luchaban en el interior y dirigentes que Io hacían desde el exilio. La distancia de 16 mil kil6metros y la ausencia de un contacto directo con la realidad nacional por parte de quienes actuaban y hemos actuado desde el exilio es una de las causas objetivas que explican la existencia de las desavenencias.
Las que revistieron mayor gravedad se produjeron a raiz y después del Pleno de enero de 1985, que en verdad no se efectu6 en enero de ese año, sino en diciembre de 1984.
El contenido del Informe a ese Pleno fue motivo de discrepancia. Algunos compañeros del exterior, especialmente Hugo Fazio, concordaron con la apreciación relativa a considerar entonces que maduraba en el país una situaci6n revolucionaria. El compañero Millas la objetó de plano.

Por mi parte, expresé mis dudas al respecto y, sobre todo, reclamé porque se había elaborado una opinión sobre la materia sin que yo hubiese tenido la oportunidad de participar en la discusión colectiva.
En ese entonces yo ya me encontraba aquí, pero aún no funcionaba la Comisión Política en el país, sino todavía el EDI, el Equipo de Dirección Interior, del cual por razones de seguridad no formaba parte.
Tuve que salir al exterior en abril de 1985 por motivos de salud, reingresando en octubre. Durante mi estadía en Moscú surgió la necesidad de hacer un alegato fundado acerca de la corrección esencial de la política que seguía la Dirección que operaba en el país. Había incomprensiones o dudas a este respecto. Me pareció que contribuí a disiparlas. Pero el hecho es que volvieron a surgir a raiz del planteamiento sobre el “año decisivo", y especialmente a fines de 1986, después del fracaso del tiranicidio y el descubrimiento de los arsenales en el norte, y cuando la oposición de centro abandonó el camino de la movilización social y de la concertación.

Entonces, los compañeros que actuaban desde Moscú formularon, unos más que otros, sus discrepancias tajantes con la orientación y conducción política que le dábamos al Partido. Esa fue la hora de los calificativos de que habló la compañera Gladys, mejor dicho de los descalificativos.
El surgimiento de desavenencias no tiene, por cierto, por qué asustarnos. Pero yo quiero decir que ése era un momento muy difícil para el Partido, porque medio mundo se había embarcado en una feroz campaña anticomunista, y nosotros en ese instante, en vez de impulsar la lucha y salir adelante con nuestra política, tuvimos que restar gran parte de nuestra atención a la atención de estas diferencias. Era, por decir lo menos, el momento mas inadecuado para formularlas.

Quiero agregar dos cosas. Yo estuve seis anos y medio en el exilio.
El mayor tiempo del trabajo del Partido estuvo encabezado afuera por el compañero Volodia.
Quiero expresar que, a mi juicio, tanto él como los compañeros Americo Zorrilla, Orlando Millas y otros hicieron un gran trabajo en varios aspectos, preocupados por ayudar al Partido del interior.
En especial, hicieron una gran labor en cuanto a la promoción de la solidaridad internacional con nuestro pueblo, terreno en el cual se distinguió también la compañera Gladys que tuvo precisamente a su cargo, mientras estuvo en Moscú, el trabajo solidario.

Lo otro que quiero añadir es que los errores hay que analizarlos buscando no sólo ni tanto los responsables individuales de los mismos, sino ante todo las causas y condiciones en que fue posible que se dieran. Esto es Io que permite una corrección a fondo. Tengo la profunda convicción que hay que revisar también no pocas concepciones que tienen que ver con el funcionamiento del Partido y particularmente con sus órganos dirigentes.
La Comisión Política ha tenido de hecho, desde hace por lo menos 50 años, un poder político tan grande que niega en la práctica el papel de máxima autoridad que tiene el Comité Central entre uno y otro Congreso. Así se explica el hecho de que no le hayamos informado de las discrepancias.

En los últimos años el Comité Central se reúne con mayor frecuencia, se le consulta y opina más a menudo. Es un paso positivo pero insuficiente porque no resuelve el problema de la concentración del poder en órganos reducidos. De la concentración del mismo en pocas manos, incluso en una, no hay muchos pasos.
Es en este marco en que se pueden manifestar y se manifiestan más fácilmente los rasgos personales negativos, los métodos administrativos, el autoritarismo y la prepotencia. Desde este punto de vista, veo yo muchos de los errores que con razón se critican y que no van en desmedro de los compañeros, que no significan el desconocimiento de los grandes aportes que muchos de ellos que como el compañero Zorrilla, han prestado al Partido y a la causa de la revolución a lo largo de su vida.
Varios compañeros han planteado la necesidad de que se mencione a los responsables personales de dichos errores. A mi juicio, ya Io dije, esto no es lo más importante. Pero si se ha de nombrar responsables individuales, el primero es, naturalmente, quien ha tenido a su cargo la Secretaria General del Partido.

No me gustan los golpes de pecho, los mea culpa, porque me suenan a mas falsas, pero es indiscutible que sí hay responsabilidades colectivas e individuales, Estas últimas corresponden, en primer término, a quien ha encabezado el Partido, aunque otros hayan sido los protagonistas directos de los hechos que tienen que ver con los errores. De otra parte, la responsabilidad de los errores, como las palmas que acompañan a los éxitos, son en alguna medida compartidas. Cito un hecho. Ha sido un desatino, una muestra de conservadurismo imperdonable que una misma persona haya estado en la Secretaria General del Partido durante 31 años. Ya en 1970 planteé en la Comisión Política la necesidad de que se analizara si debía o no continuar en el puesto, en consideraci6n al hecho de que entonces entrábamos a ser partido de gobierno y bien yo podría no tener dedos para el piano en esa nueva etapa de nuestras vidas.

De nuevo, hace casi dos anos, en 1987, expuse ante la Comisión Política la necesidad de mi relevo y lo ratifiqué por escrito en junio del año pasado. Digo todo esto no para relevarme de responsabilidades por la anomalía que comento, ni para descargarla sobre mis compañeros de Dirección, sino para señalar cuán arraigados están entre nosotros algunos hábitos insanos que hacen que el cambio de Secretario deje de ser algo normal y aparezca como algo muy complicado.
Hemos tenido que incorporar -y espero que se apruebe-a los estatutos una norma a este respecto para corregir estas deficiencias. Mora viene el relevo. A esta altura sólo cabe decir que mas vale tarde que nunca. Por mi parte, estoy dispuesto a seguir colaborando con la Dirección del Partido y trabajando allí donde mas pueda ser útil a la causa. Para mis compañeros de la Dirección de ayer y de hoy tengo mis mejores sentimientos. Vienen días difíciles. El Partido ha tenido razón al sostener que el mejor camino para terminar con la dictadura era el enfrentamiento directo, el de la insurgencia del pueblo, el de la sublevación nacional de masas.

En 1986 las cosas marchaban por tal camino. Pero ya se sabe lo que ocurrió. Tomaron otros rumbos. Como dice el informe, el plebiscito no resolvió ni podía resolver el conflicto dictadura democracia.
No lo resolverá tampoco la sola batalla electoral de diciembre. Pero hay que dar esta batalla con todo el cuerpo y ganarla. Luego vendrán otras: sacar a Pinochet de la Comandancia en Jefe del EjBrcito; impedir la dualidad de poderes, que puede ser cosa muy seria; sostener al gobierno civil que elegirá el pueblo; luchar por la democratización del Parlamento y de todas las instituciones del Estado; arrancar de las cárceles a nuestros presos políticos; imponer la satisfacción de las mas apremiantes necesidades de la clase obrera y del pueblo. Para todo esto, el XV Congreso nos entrega las armas mas adecuadas, nos apertrecha con la firme voluntad de llevar adelante la política de Rebelión Popular de Masas, concebida como practica y estrategia revolucionaria que el Partido sabrá aplicar con la firmeza y flexibilidad correspondiente a cada momento.
El Congreso ha sido ampliamente democrático desde su gestación hasta su culminación.

La diversidad de opiniones se ha expresado incluso fuera del Partido.
Esta es, sin embargo, una situación que no puede seguir.
Desde hoy en adelante todos tenemos el deber de actuar como un solo hombre, sin menoscabo del debate interno, permanente y saludable.

Luis Corvalán