Una respuesta a quienes enlodan principios
Asumo que luego de un tiempo navegando por el ciber-espacio ha llegado hasta mi tu preocupación desde Holanda y aunque estoy cierto de no ser yo quien pueda resolver todas tus consultas, si comparto contigo la preocupación por cierta actividad febril desarrollada por personeros incógnitos a través de Internet, en la cual dedican energías en atacar al P.C. de Chile, diciéndose militantes comunistas, otros ex comunistas y otros simplemente “revolucionarios”. Soy un viejo militante, ya por mi edad jugando en la reserva, pero me preocupa tu información que estos sujetos están “logrando crear un ambiente de confusión, desconcierto y desconfianza” en la militancia y amigos del Partido que permanecen en el exilio.
No es necesario ser vidente para señalar que el objetivo de crear “confusión, desconcierto y desconfianza” no sólo es perseguido por estos individuos para la militancia chilena en el exterior- objetivamente bastante limitada numéricamente según entiendo- sino fundamentalmente hacia militantes y adherentes del interior del país.
Fíjate que conversando con algunos compañeros, ellos calificaban estos líbelos más que de discusión ideológica como de guerra sicológica, para lo cual me enseñaban la definición del objetivo de la guerra sicológica, cuyo fin es “destruir la moral del enemigo, por medio del empleo planificado de la propaganda y de la acción sicológica, en la búsqueda de objetivos de control social, político o militar....( dirigida) a un grupo que por ser un fenómeno eminentemente cultural...razonan, piensan y tienen poder de decisión, son factor incidente en una sociedad determinada y definen en parte su cultura según el tipo y nivel de comportamiento observado” En otras palabras, de acuerdo a la visión de estos compañeros hay un conjunto de acciones de propaganda que buscan influir en el Partido neutralizando su actuar e impidiendo su incidencia hacia la sociedad.
Pero yo que pertenezco a la vieja guardia prefiero asumir la hipótesis que está planteada una discusión entre militantes del P.C y personas que dicen ser de izquierda, los cuales tienen puntos de vista diferentes en ciertos temas. Te molesto con mi argumentación.-
Recurriendo a sus planteamientos, los elementos centrales en los cuales están fijadas las diferencias son básicamente de dos órdenes :
Asumo que luego de un tiempo navegando por el ciber-espacio ha llegado hasta mi tu preocupación desde Holanda y aunque estoy cierto de no ser yo quien pueda resolver todas tus consultas, si comparto contigo la preocupación por cierta actividad febril desarrollada por personeros incógnitos a través de Internet, en la cual dedican energías en atacar al P.C. de Chile, diciéndose militantes comunistas, otros ex comunistas y otros simplemente “revolucionarios”. Soy un viejo militante, ya por mi edad jugando en la reserva, pero me preocupa tu información que estos sujetos están “logrando crear un ambiente de confusión, desconcierto y desconfianza” en la militancia y amigos del Partido que permanecen en el exilio.
No es necesario ser vidente para señalar que el objetivo de crear “confusión, desconcierto y desconfianza” no sólo es perseguido por estos individuos para la militancia chilena en el exterior- objetivamente bastante limitada numéricamente según entiendo- sino fundamentalmente hacia militantes y adherentes del interior del país.
Fíjate que conversando con algunos compañeros, ellos calificaban estos líbelos más que de discusión ideológica como de guerra sicológica, para lo cual me enseñaban la definición del objetivo de la guerra sicológica, cuyo fin es “destruir la moral del enemigo, por medio del empleo planificado de la propaganda y de la acción sicológica, en la búsqueda de objetivos de control social, político o militar....( dirigida) a un grupo que por ser un fenómeno eminentemente cultural...razonan, piensan y tienen poder de decisión, son factor incidente en una sociedad determinada y definen en parte su cultura según el tipo y nivel de comportamiento observado” En otras palabras, de acuerdo a la visión de estos compañeros hay un conjunto de acciones de propaganda que buscan influir en el Partido neutralizando su actuar e impidiendo su incidencia hacia la sociedad.
Pero yo que pertenezco a la vieja guardia prefiero asumir la hipótesis que está planteada una discusión entre militantes del P.C y personas que dicen ser de izquierda, los cuales tienen puntos de vista diferentes en ciertos temas. Te molesto con mi argumentación.-
Recurriendo a sus planteamientos, los elementos centrales en los cuales están fijadas las diferencias son básicamente de dos órdenes :
A) La dirección del Partido ha sido capturada por una camarilla social-demócrata y
B) Esta camarilla, usando métodos estalinistas, lleva al Partido hacia la Concertación, abandonando en consecuencia su política revolucionaria.
En torno a su primera “iluminación” sus escritos no dan cuenta desde cuándo acontece este fenómeno. En algunos de ellos pareciera que esta situación se produce luego del fallecimiento de Gladys, pero en algún escrito más reciente, señalan como fecha de este acontecer justamente el cuando Gladys reingresa al país para encabezar el EDI (equipo de dirección interna) Más allá del subjetivismo y la mala intención de estos críticos de la dirección, lo cierto es que la dirección se ha ido renovando democráticamente en los sucesivos Congresos partidarios, de acuerdo a las normas tradicionales que como Partido Comunista de Chile hemos empleado siempre, según los Estatutos que discutimos y ajustamos en cada Congreso. Pensar en un Partido cautivo de una camarilla es despectivo para la militancia y ofensivo para con nuestra democracia interna. Si se desea plantear otra forma de organización de Partido, que se haga directamente; pero lo cierto es que los militantes comunistas hemos desechado sistemáticamente paradigmas tipo P.S.(organización por tendencias) o PPD (ordenación por caudillos) y también, ya por allá en la década del 30 del siglo pasado, el funcionamiento en asambleas- entre radicales y anarquistas-, donde tras una presumida horizontalidad, se esconde la manipulación de la masa por un núcleo de auto-elegidos.
A mayor abundamiento sobre la idea de “cúpulas eternizadas”, alguien pudiera hacer el ejercicio de cuántos son los dirigentes elegidos desde el 15º Congreso( 19º según la ordenación actual) que permanecen en funciones, y así llegar a la actual dirección. Se encontrarían con el resultado que en 20 años se han renovado más del 85% de los cuadros de dirección partidaria. ¿Están diciéndonos que serían algunos de nuestros queridos cuadros históricos parte de esta cúpula?
También cra. Mafy, está de parte de estos sujetos la propensión a comparar estados orgánicos de Partido en diferentes épocas, aunque con ausencia de rigor analítico que les hace obviar el marco histórico, contexto de cualquier orgánica. Efectivamente el Partido Comunista de Chile año 2009, tiene diferencias de capacidades y funcionamiento con el Partido del año 80, o del 50 o del 30, como a la vez cualquier estudio comparativo entre dos períodos del Partido marcan diferencias. Efectivamente el Partido de principios de los 70 era un gran Partido, lo cual no nos puede hacer obviar su incapacidad (nuestra incapacidad) para defender y proyectar el gobierno de la Unidad Popular (nuestro desafío político del período) Entonces, más que la mirada nostálgica del pasado partidario, lo que los comunistas debemos preservar es el carácter de este Partido. Lo permanente que debe mantener una orgánica partidaria es ser instrumento político de la clase, incidiendo en la sociedad para impulsar transformaciones sociales y en defensa de los intereses del proletariado, sin perder de vista la misión de la conquista del poder para el pueblo.
Las calidades y cualidades del Partido son un elemento dinámico, responden a una dialéctica, no son las mismas para cualquier período histórico y al ser la realidad cambiante, al ser nosotros mismos como orgánica agentes de cambio, las cualidades del Partido siempre serán menores que los requerimientos, por lo que siempre se ha señalado que es el objetivo político del período lo que ordena los esfuerzos orgánicos. También es cierto que esta diferencia entre lo que tenemos y lo que requerimos como estructura orgánica se agranda cada vez que como movimiento popular debemos asumir nuevos desafíos para responder a situaciones variables. Puede ser justamente este uno de esos períodos históricos. En eso sin duda la dirección central debe asumir responsabilidades, como también en variados otros ámbitos del quehacer, pero en un ejercicio de crítica y autocrítica propio de nuestra vida partidaria, en el cual la descalificación personal ni menos la DELACIÓN tiene espacio. Lamentablemente esas son las características principales de apócrifos como la denominada “revista principios”.
Una segunda gran área en la cual se concentran los ataques al Partido dice relación a un supuesto abandono de la política revolucionaria para convertirse en “vagón de cola” de la Concertación. Yo intento en estos casos un análisis objetivo de los documentos oficiales emanados de los eventos regulares del Partido y por eso desecho esta afirmación.
Sin embargo, analicemos la argumentación que se centra en lo principal en tres elementos: ligazón Partido-movimiento social, política militar y política de alianzas, como puede observarse, elementos centrales de toda política revolucionaria.
A la dictadura le siguió en Chile un sistema político que podríamos denominar de “democracia de baja intensidad”, cuya caracterización hicimos ya nítidamente el año 1994 en nuestro 20º congreso, cuando definimos como la contradicción principal del período democracia - neoliberalismo. Es esa contradicción la cual ordena todos los otros elementos de nuestra política. El sujeto histórico-social agente de cambios para el período siempre lo hemos localizado centralmente en el proletariado, los trabajadores, asumiendo que los cambios tecnológicos no han modificado sino que han agudizado la asimetría entre el carácter social de la producción y su apropiación privada por los dueños del capital. Consecuentemente, sin abandonar la tradicional presencia en sectores de servicios del Estado, hemos orientado esfuerzos hacia la organización de los trabajadores de los “sectores de punta” de nuestra economía, fundamentalmente exportadora de materias primas sin mayor valor agregado. Esos esfuerzos se han visto en parte reflejados en diferentes movilizaciones de trabajadores en los últimos años, con las características oscilaciones propias de todo movimiento social. Ese es un dato indiscutible, como lo es el esfuerzo por el rol del movimiento sindical y la unidad y fortalecimiento de la CUT. Nadie puede por lo demás negar que hemos estado presentes e incidiendo, en la lucha reivindicativa de los más significativos sectores laborales.
Hacemos una descripción mayor de lo definido y desarrollado en el ámbito sindical, pero eso no niega la participación e incidencia de militantes comunistas en diversas áreas de la lucha social, atendidos los diferentes niveles e intensidades que tienen (dd.hh.,jóvenes, mujeres, pueblos originarios, etc.) sin perder de vista que cuando antes nos referíamos a contextos históricos, es innegable que el modelo de desarrollo neoliberal se sustenta en la disociación y desarticulación del movimiento social, como también en separar lo político de lo social. Algunos dicen que son características del pots-modernismo.
Una de las dificultades para desplegar nuestra política a plenitud está dada por la ausencia de nuestros aliados políticos en el mundo social. Cualquier militante en el Chile de hoy conoce la dificultad para encontrar un militante del P.H. por ej. que cumpla roles como dirigente social. No es necesario recordar que nosotros entendemos que la lucha de clases tiene expresiones en lo político, social, ideológico, etc. y por lo tanto la política de alianzas está fundada en intereses de clase, los intereses de la clase para determinado período histórico.
Lo que ha primado en Chile en las dos últimas décadas ha sido la política de alianzas de “los consensos” en la cual la concertación ha actuado bajo la hegemonía de la derecha, preservando los beneficios de un sector minoritario del país ligado al gran capital y en consecuencia, perjudicando a la inmensa mayoría de la población. La estructura política-institucional del país fue construida para evitar a nuestra clase (el proletariado) tener incidencia en el control del Estado (Constitución incluido el sistema electoral binominal) En consecuencia, todo lo que se haga por romper esta alianza contraria a los trabajadores e intereses del pueblo, esta política de los consensos, favorece al pueblo de Chile. Quienes con diferentes argumentaciones y en diferentes estados, incluso después de haberse tomado un par de botellas de Wisky como el señor Perfaur, destilan desde supuestas posiciones de izquierda ponzoña contra un acuerdo electoral-político con la concertación, están en la práctica optando por mantener el actual estado de cosas, forman OBJETIVAMENTE parte de LA REACCIÓN a los cambios políticos, sumándose a los aún poderosos resabios del pinochetismo . Quien de verdad quiera conocer de políticas de alianzas electorales que los comunistas hemos desarrollado a lo largo de nuestra historia, debe remitirse por ejemplo al siglo pasado a la década de los 20 para elegir a nuestro cro Luis Cruz, o al gobierno de Ibáñez en la elección extraordinaria de un diputado por Santiago, o cuando apoyamos para senador a Baltra en épocas de Frei Montalva.
NUNCA, TAMPOCO AHORA hemos hipotecado en una alianza política electoral nuestro proyecto político, que responde a intereses de clase y su necesaria independencia para impulsarlo. La concertación representa a mi juicio un proyecto histórico agotado( agréguese al análisis todas las variables de contexto actuales) al no lograr democratizar- incluso con esa democracia representativa formal- el Chile actual y en consecuencia aquella cantinela de que nos vamos a la concertación es falsa no sólo por definición coyuntural, sino porque los comunistas apostamos a futuro, somos constructores de futuro, jamás de pasado.
La construcción de correlaciones de fuerza necesaria para producir las transformaciones sociales se da en realidades históricas concretas, y obliga a la formulación de estrategias especificas para el tiempo y el espacio. Podemos coincidir con que el vacío histórico que se habla en lo militar durante el gbno. de la U.P. se expresó en un diseño estratégico en el cual no coincidían las acumulaciones de fuerzas políticas con las militares, quedando estas últimas desfasadas por una visión aparatista que se activaba al producirse un quiebre de las FF.AA y de orden, para lo cual no se trabajó. Pero nadie con un básico conocimiento de doctrina militar puede pretender en estos momentos retomar los criterios que fueron válidos en los ochenta. Actualizar todos los elementos de una estrategia política es tarea de los militantes de un Partido revolucionario.
Disculpa Mafy la extensión de esta carta, pero deseo concluirla pidiéndote que analices los diferentes escritos de estos sujetos de los últimos tres años ¿Qué puedes encontrar en una perspectiva ideológica? Un conjunto de frases formalmente de avanzada, pero en un análisis mecanicista, jamás un análisis de clases y capas sociales y sus contradicciones en el Chile actual, retórica sobre la luchas reales de los movimientos populares, sin un dato de realidad, ven la vida partidaria como realidad estática, casi un espacio sacro. En definitiva, si es que en realidad son gente de izquierda, razonan penosamente similar a grupos integristas como los legionarios de cristo. Difícil distinguir en ellos el marxismo como sustento ideológico, ni siquiera de aquel tan maltratado marxismo de manuales. Pareciera eso sí que les importa y lo hacen bien, deslizar delaciones, intentar separar dirección de base de partido, jugar a que generan una estructura paralela destruyendo al Partido (el sueño del Mamo Contreras). No es primera vez que el partido debe enfrentar ataques a su integridad y seguramente tampoco será la última, pero a los militantes del presente nos corresponde preservar este instrumento de la clase que es el Partido, para lo cual lo más efectivo es siempre volcarnos a las masas, que es lo único que nos hace indestructibles.
Carlos Norambuena Ortuzar
B) Esta camarilla, usando métodos estalinistas, lleva al Partido hacia la Concertación, abandonando en consecuencia su política revolucionaria.
En torno a su primera “iluminación” sus escritos no dan cuenta desde cuándo acontece este fenómeno. En algunos de ellos pareciera que esta situación se produce luego del fallecimiento de Gladys, pero en algún escrito más reciente, señalan como fecha de este acontecer justamente el cuando Gladys reingresa al país para encabezar el EDI (equipo de dirección interna) Más allá del subjetivismo y la mala intención de estos críticos de la dirección, lo cierto es que la dirección se ha ido renovando democráticamente en los sucesivos Congresos partidarios, de acuerdo a las normas tradicionales que como Partido Comunista de Chile hemos empleado siempre, según los Estatutos que discutimos y ajustamos en cada Congreso. Pensar en un Partido cautivo de una camarilla es despectivo para la militancia y ofensivo para con nuestra democracia interna. Si se desea plantear otra forma de organización de Partido, que se haga directamente; pero lo cierto es que los militantes comunistas hemos desechado sistemáticamente paradigmas tipo P.S.(organización por tendencias) o PPD (ordenación por caudillos) y también, ya por allá en la década del 30 del siglo pasado, el funcionamiento en asambleas- entre radicales y anarquistas-, donde tras una presumida horizontalidad, se esconde la manipulación de la masa por un núcleo de auto-elegidos.
A mayor abundamiento sobre la idea de “cúpulas eternizadas”, alguien pudiera hacer el ejercicio de cuántos son los dirigentes elegidos desde el 15º Congreso( 19º según la ordenación actual) que permanecen en funciones, y así llegar a la actual dirección. Se encontrarían con el resultado que en 20 años se han renovado más del 85% de los cuadros de dirección partidaria. ¿Están diciéndonos que serían algunos de nuestros queridos cuadros históricos parte de esta cúpula?
También cra. Mafy, está de parte de estos sujetos la propensión a comparar estados orgánicos de Partido en diferentes épocas, aunque con ausencia de rigor analítico que les hace obviar el marco histórico, contexto de cualquier orgánica. Efectivamente el Partido Comunista de Chile año 2009, tiene diferencias de capacidades y funcionamiento con el Partido del año 80, o del 50 o del 30, como a la vez cualquier estudio comparativo entre dos períodos del Partido marcan diferencias. Efectivamente el Partido de principios de los 70 era un gran Partido, lo cual no nos puede hacer obviar su incapacidad (nuestra incapacidad) para defender y proyectar el gobierno de la Unidad Popular (nuestro desafío político del período) Entonces, más que la mirada nostálgica del pasado partidario, lo que los comunistas debemos preservar es el carácter de este Partido. Lo permanente que debe mantener una orgánica partidaria es ser instrumento político de la clase, incidiendo en la sociedad para impulsar transformaciones sociales y en defensa de los intereses del proletariado, sin perder de vista la misión de la conquista del poder para el pueblo.
Las calidades y cualidades del Partido son un elemento dinámico, responden a una dialéctica, no son las mismas para cualquier período histórico y al ser la realidad cambiante, al ser nosotros mismos como orgánica agentes de cambio, las cualidades del Partido siempre serán menores que los requerimientos, por lo que siempre se ha señalado que es el objetivo político del período lo que ordena los esfuerzos orgánicos. También es cierto que esta diferencia entre lo que tenemos y lo que requerimos como estructura orgánica se agranda cada vez que como movimiento popular debemos asumir nuevos desafíos para responder a situaciones variables. Puede ser justamente este uno de esos períodos históricos. En eso sin duda la dirección central debe asumir responsabilidades, como también en variados otros ámbitos del quehacer, pero en un ejercicio de crítica y autocrítica propio de nuestra vida partidaria, en el cual la descalificación personal ni menos la DELACIÓN tiene espacio. Lamentablemente esas son las características principales de apócrifos como la denominada “revista principios”.
Una segunda gran área en la cual se concentran los ataques al Partido dice relación a un supuesto abandono de la política revolucionaria para convertirse en “vagón de cola” de la Concertación. Yo intento en estos casos un análisis objetivo de los documentos oficiales emanados de los eventos regulares del Partido y por eso desecho esta afirmación.
Sin embargo, analicemos la argumentación que se centra en lo principal en tres elementos: ligazón Partido-movimiento social, política militar y política de alianzas, como puede observarse, elementos centrales de toda política revolucionaria.
A la dictadura le siguió en Chile un sistema político que podríamos denominar de “democracia de baja intensidad”, cuya caracterización hicimos ya nítidamente el año 1994 en nuestro 20º congreso, cuando definimos como la contradicción principal del período democracia - neoliberalismo. Es esa contradicción la cual ordena todos los otros elementos de nuestra política. El sujeto histórico-social agente de cambios para el período siempre lo hemos localizado centralmente en el proletariado, los trabajadores, asumiendo que los cambios tecnológicos no han modificado sino que han agudizado la asimetría entre el carácter social de la producción y su apropiación privada por los dueños del capital. Consecuentemente, sin abandonar la tradicional presencia en sectores de servicios del Estado, hemos orientado esfuerzos hacia la organización de los trabajadores de los “sectores de punta” de nuestra economía, fundamentalmente exportadora de materias primas sin mayor valor agregado. Esos esfuerzos se han visto en parte reflejados en diferentes movilizaciones de trabajadores en los últimos años, con las características oscilaciones propias de todo movimiento social. Ese es un dato indiscutible, como lo es el esfuerzo por el rol del movimiento sindical y la unidad y fortalecimiento de la CUT. Nadie puede por lo demás negar que hemos estado presentes e incidiendo, en la lucha reivindicativa de los más significativos sectores laborales.
Hacemos una descripción mayor de lo definido y desarrollado en el ámbito sindical, pero eso no niega la participación e incidencia de militantes comunistas en diversas áreas de la lucha social, atendidos los diferentes niveles e intensidades que tienen (dd.hh.,jóvenes, mujeres, pueblos originarios, etc.) sin perder de vista que cuando antes nos referíamos a contextos históricos, es innegable que el modelo de desarrollo neoliberal se sustenta en la disociación y desarticulación del movimiento social, como también en separar lo político de lo social. Algunos dicen que son características del pots-modernismo.
Una de las dificultades para desplegar nuestra política a plenitud está dada por la ausencia de nuestros aliados políticos en el mundo social. Cualquier militante en el Chile de hoy conoce la dificultad para encontrar un militante del P.H. por ej. que cumpla roles como dirigente social. No es necesario recordar que nosotros entendemos que la lucha de clases tiene expresiones en lo político, social, ideológico, etc. y por lo tanto la política de alianzas está fundada en intereses de clase, los intereses de la clase para determinado período histórico.
Lo que ha primado en Chile en las dos últimas décadas ha sido la política de alianzas de “los consensos” en la cual la concertación ha actuado bajo la hegemonía de la derecha, preservando los beneficios de un sector minoritario del país ligado al gran capital y en consecuencia, perjudicando a la inmensa mayoría de la población. La estructura política-institucional del país fue construida para evitar a nuestra clase (el proletariado) tener incidencia en el control del Estado (Constitución incluido el sistema electoral binominal) En consecuencia, todo lo que se haga por romper esta alianza contraria a los trabajadores e intereses del pueblo, esta política de los consensos, favorece al pueblo de Chile. Quienes con diferentes argumentaciones y en diferentes estados, incluso después de haberse tomado un par de botellas de Wisky como el señor Perfaur, destilan desde supuestas posiciones de izquierda ponzoña contra un acuerdo electoral-político con la concertación, están en la práctica optando por mantener el actual estado de cosas, forman OBJETIVAMENTE parte de LA REACCIÓN a los cambios políticos, sumándose a los aún poderosos resabios del pinochetismo . Quien de verdad quiera conocer de políticas de alianzas electorales que los comunistas hemos desarrollado a lo largo de nuestra historia, debe remitirse por ejemplo al siglo pasado a la década de los 20 para elegir a nuestro cro Luis Cruz, o al gobierno de Ibáñez en la elección extraordinaria de un diputado por Santiago, o cuando apoyamos para senador a Baltra en épocas de Frei Montalva.
NUNCA, TAMPOCO AHORA hemos hipotecado en una alianza política electoral nuestro proyecto político, que responde a intereses de clase y su necesaria independencia para impulsarlo. La concertación representa a mi juicio un proyecto histórico agotado( agréguese al análisis todas las variables de contexto actuales) al no lograr democratizar- incluso con esa democracia representativa formal- el Chile actual y en consecuencia aquella cantinela de que nos vamos a la concertación es falsa no sólo por definición coyuntural, sino porque los comunistas apostamos a futuro, somos constructores de futuro, jamás de pasado.
La construcción de correlaciones de fuerza necesaria para producir las transformaciones sociales se da en realidades históricas concretas, y obliga a la formulación de estrategias especificas para el tiempo y el espacio. Podemos coincidir con que el vacío histórico que se habla en lo militar durante el gbno. de la U.P. se expresó en un diseño estratégico en el cual no coincidían las acumulaciones de fuerzas políticas con las militares, quedando estas últimas desfasadas por una visión aparatista que se activaba al producirse un quiebre de las FF.AA y de orden, para lo cual no se trabajó. Pero nadie con un básico conocimiento de doctrina militar puede pretender en estos momentos retomar los criterios que fueron válidos en los ochenta. Actualizar todos los elementos de una estrategia política es tarea de los militantes de un Partido revolucionario.
Disculpa Mafy la extensión de esta carta, pero deseo concluirla pidiéndote que analices los diferentes escritos de estos sujetos de los últimos tres años ¿Qué puedes encontrar en una perspectiva ideológica? Un conjunto de frases formalmente de avanzada, pero en un análisis mecanicista, jamás un análisis de clases y capas sociales y sus contradicciones en el Chile actual, retórica sobre la luchas reales de los movimientos populares, sin un dato de realidad, ven la vida partidaria como realidad estática, casi un espacio sacro. En definitiva, si es que en realidad son gente de izquierda, razonan penosamente similar a grupos integristas como los legionarios de cristo. Difícil distinguir en ellos el marxismo como sustento ideológico, ni siquiera de aquel tan maltratado marxismo de manuales. Pareciera eso sí que les importa y lo hacen bien, deslizar delaciones, intentar separar dirección de base de partido, jugar a que generan una estructura paralela destruyendo al Partido (el sueño del Mamo Contreras). No es primera vez que el partido debe enfrentar ataques a su integridad y seguramente tampoco será la última, pero a los militantes del presente nos corresponde preservar este instrumento de la clase que es el Partido, para lo cual lo más efectivo es siempre volcarnos a las masas, que es lo único que nos hace indestructibles.
Carlos Norambuena Ortuzar
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