Por: Vladimir Sepúlveda Conte,
Los grandes cambios sociales y económicos verificados a partir de la segunda mitad del siglo XX, han contribuido a la modificación del perfil demográfico de los países. Chile no escapa de esta tendencia y, a partir de la década de los 80 se encuentra, junto con Argentina, Cuba y Uruguay dentro de la etapa avanzada de transición demográfica hacia el envejecimiento de la población con natalidad y mortalidad moderadamente baja, lo que se traduce en un crecimiento natural del orden del 1,4 por cada cien personas anualmente.
El comportamiento de la fecundidad, la mortalidad y las migraciones internacionales afectan el crecimiento y la distribución por edades de la población, dando lugar a la disminución, estancamiento o expansión de diferentes grupos que, a su vez, articulan demandas diferenciadas.
Es la primera vez en la historia de Chile, que un creciente número de personas llega a la ancianidad. El proceso del envejecimiento tiene ya y provocará a futuro un gran impacto en sectores estratégicos de la estructura y tejido social del país.
Tomar conciencia de la forma en que envejece la población es aproximarse al conocimiento de las necesidades sociales, económicas, previsionales y de salud que Chile deberá afrontar.
PARTICIPACIÓN SOCIAL DE LA TERCERA EDAD.
Quizás el concepto de participación social sea un tanto impreciso por la cobertura significativa y amplia que implica.
Una primera significación es que los adultos mayores reclaman y exigen espacios sociales en donde poder interactuar con el resto de la sociedad. Surgen así los movimientos asociativos de adultos mayores conformando Uniones, Clubes; Centros, en definitiva, creando organización social.
Chile está viviendo un interesante proceso de asociatividad de los adultos mayores. Hoy el 20% de ellos están organizados, esto es, alrededor de 300 mil personas.
Lo anterior implica que los adultos mayores se han transformado en actores sociales legitimados ante las autoridades tanto a nivel comunal, regional y nacional.
De esta forma pueden dialogar con las autoridades, exigir soluciones a sus problemas y pueden participar en las instancias de decisión. Pasan a ser así considerados como grupo de electores capaces de dirimir eventuales elecciones políticas en cargos de elección popular.
En otros términos los adultos mayores pasan a tener poder. De ser personas que estaban marginadas de la sociedad, no tomadas en cuenta y no consideradas por los demás actores de la sociedad, se convertirían en protagonistas sociales con significativa influencia.
Esta participación social no es solo en el amplio campo de los socio-político. En una segunda significación, es también conquistar espacios en el área de la cultura, entendida ésta como manifestación artística y comunicacional. Hoy parte de los adultos mayores se “inician” por primera vez en la literatura narrativa, en la poesía, en la pintura, en la escultura, en la recreación histórica, entre otros.
De esta manera los adultos mayores reconquistan espacios dentro de la sociedad, los mismos que quizás ocuparon en etapas anteriores de su vida, pero que una vez llegados a la vejez, les fueron quitados.
Los adultos mayores, tal vez, porque disponen de más tiempo y porque desarrollan una sensibilidad social más aguda, participan en diferentes formas de “voluntariado”, que en definitiva busca servir a otros.
También este voluntariado se visualiza en la participación de organizaciones cívicas como las Juntas de Vecinos, donde hay una mayor participación de adultos mayores.
EXCLUSIÓN DEL ADULTO MAYOR.
Chile se encuentra en una etapa de transición demográfica hacia el envejecimiento, por lo que los temas relacionados con los adultos mayores debe ser una prioridad para los chilenos de cualquier edad, entendiendo a este grupo etáreo como parte importante de la clase trabajadora de este país.
Los adultos mayores en Chile representan el 11,5% de la población total, registrando un aumento de 0,5% en los últimos tres años. Así lo demuestran los resultados de la Encuesta de Caracterización socioeconómica (CASEN 2006).
Cifras extraídas de este estudio muestra que en 1992 las personas mayores de 60 años constituían solo el 9,8 por ciento de la población. Hoy, los adultos mayores llegan a 1.717.478; de ellos el 55,9% son mujeres y 43,1% son hombres.
Lo más desfavorable de la exclusión es el sentimiento de estorbo, de soledad. Junto con esto, la arquitectura de nuestras ciudades y los planes de urbanización tampoco permiten la convivencia de familias extendidas, primando la convivencia con personas de la misma edad, rompiéndose la camaradería que antes era primordial entre distintos miembros de una familia.
SEXUALIDAD EN LA TERCERA EDAD.
Según el Departamento de Medicina Geriátrica de la Universidad de Chile, hay dos aspectos en la vida humana que otorgan bienestar físico y mental a los individuos: su capacidad de trabajar y de amar. Sin embargo, dice que cuando las personas llegan a la vejez la sociedad tiende a rechazar sus manifestaciones sexuales. “Todos los prejuicios sociales castigan al anciano privándolo de su derecho a mantener una actividad sexual satisfactoria”, plantea.
Si bien los cambios anatómicos y el envejecimiento fisiológico propenden a un cese de la actividad sexual, ello no implica que los adultos mayores abandonen sus relaciones físicas, las cuales, probablemente, irán adquiriendo nuevas características con el paso de los años.
“Está demostrado que el sexo y la sexualidad juegan un papel importante en el envejecimiento saludable y pleno, pero hay muchos elementos que atentan contra ello. En un mundo donde se privilegia la juventud y productividad no es difícil que tengamos miedo de llegar a viejos”, indica la profesional de la Universidad de Chile, Dra. Adela Herrera. En el caso de la mujer, la especialista sostiene que el climaterio anticipa este sentimiento de vejez, que en el hombre se presenta dos décadas más tarde. “Es un mito que en esta etapa se pierde el apetito sexual. Lo único que se ha probado es que la duración de la fase orgásmica de la mujer cuya edad fluctúa entre los 50 y 70 años sufre una disminución paulatina sin mayor importancia. Es más, de acuerdo a estudios realizados en el extranjero, la actividad sexual periódica protegería contra las alteraciones fisiológicas del envejecimiento en la anatomía sexual femenina”.
Y añade que esta etapa de la vida, que en general coincide con el abandono de los hijos del hogar, otorga a la pareja una mayor libertad sexual, pero también produce mayor inseguridad, sobre todo, en las mujeres, ya que advierte que la gran mayoría -obsesionadas con la juventud- dejan de sentirse bellas y, por lo tanto, sexualmente atractivas. “Nuestra sociedad permite a los hombres envejecer sin ser tan duramente juzgados por su apariencia física, lo cual no ocurre, desafortunadamente, con las mujeres”.
La profesional añade que por viudez o abandono de la pareja, muchas mujeres quedan solas y les resulta muy difícil rehacer sus vidas con otra persona. “Ha existido una fuerte tendencia social a considerar negativamente el establecimiento de nuevas relaciones afectivas e incluso de nuevos matrimonios para las viudas. También ocurre que las mujeres más ancianas, cuando se vuelven a casar, lo hacen con personas de mayor edad transformándose en cuidadoras, al contrario de lo que ocurre con los hombres que suelen contraer matrimonio con mujeres mucho más jóvenes”.
“A veces las personas olvidan que los adultos mayores tienen una vida sexual y les imponen conductas y normas que atentan contra ella. En algunos casos los separan de dormitorio o incluso los hijos se reparten a los padres llevándoselos a distintas casas sin sospechar que la intimidad emocional entre ellos, las aproximaciones físicas, caricias y complicidad, son fundamentales en sus vidas”. La especialista concluye señalando que los ancianos requieren mayor educación sexual, mientras que la sociedad en su conjunto tendrá que sensibilizarse con este tema para que la población senescente tenga una mejor calidad de vida.
DEMANDAS Y REIVINDICACIONES DE LA TERCERA EDAD
1.- Eliminación del descuento del 7% de salud: no es efectivo que la salud sea gratuita para los pensionados y montepiadas de Chile, aún cuando estos sean mayores de 60 años de edad. Hoy, los aproximadamente 850.000 pensionados del INP aportan mensualmente al fisco más de 7.500.000.000 (siete mil quinientos millones de pesos). Se debe considerar que también este sector, contribuye con el Estado, cancelando el 19% del IVA. El Fisco se incrementa con 600 millones de dólares anuales por este concepto. Con el aporte del 7% en salud de los pensionados y montepiadas, se ayuda a financiar las licencias médicas del sector activo. El descuento anual del 7% de salud equivale a un mes de pensión. En la práctica reciben 11 meses de pago al año, en vez de 12 meses.
2.- Acceso a los beneficios de la reforma Previsional para todas las mujeres pensionadas a partir de los 60 años.
3.- Reposición inmediata del derecho de la cuota mortuoria, perdido en el marco de la misma reforma Previsional.
4.- Nivelación del montepío al 100%. En el sistema del INP existen aproximadamente 245.000 viudas, de las cuales solo el 50% de ellas recibe el 100% de la pensión del causante y el resto es discriminada, lo que atenta en contra de la mujer chilena, contraviniendo expresamente el artículo 19, inciso 2° de la Constitución: La igualdad ante la ley “En Chile no hay persona ni grupos privilegiados. En Chile no hay esclavos y el que pise su territorio queda libre. Hombres y mujeres son iguales ante la ley. Ni la ley ni autoridad alguna podrán establecer diferencias arbitrarias”.
Las viudas de las FFAA, ferroviarios y Seguro Social, reciben el 100% de la pensión del causante.
Las viudas del sector Marina Mercante, reciben el 75% de la pensión del causante.
Las viudas del sector INP restante recibe solo el 60% de la pensión del causante. Donde se encuentra la mayor parte de jubilados y empleados públicos.
Existe una discriminación que atenta contra el sentido de igualdad ante la ley. Además el financiamiento del jubilado se realiza en un presupuesto anual, por año calendario, dándose el caso que si muere en febrero (por ejemplo), a su viuda se le resta inmediatamente el 40% de la pensión, la cual queda para fondos fiscales desde el mes siguiente que fallece el pensionado.
5.- Deuda histórica del Estado de Chile, devolución del 10,6%. Pago a los pensionados y montepiadas, del reajuste de 10,6% que la dictadura militar no otorgó por los meses de enero a abril de 1985 al sector pasivo de ese entonces. El reajuste sirvió para ayudar a la Banca Privada, quebrada en ese entonces. Hoy la Banca ya canceló su deuda al Estado de Chile y éste no ha devuelto a los jubilados y montepiadas.
6.- Cálculo real del IPC para la Tercera Edad, con canasta de 150 artículos en vez de los 480 artículos vigentes.
7.- Nivelación de pensiones mínimas con el ingreso mínimo mensual de los trabajadores activos.
8.- Modificación legal que permita incluir a las personas mayores, como grupo vulnerable específico en la legislación sobre Violencia Intrafamiliar, que actualmente solo se refiere a mujeres, niños y discapacitados. Además permitir que los tribunales de familia puedan establecer medidas de protección especiales en el caso de persona mayor abandonada que requiere cuidados. En este marco, cabe resaltar que se encuentra en segundo trámite constitucional el Proyecto de Ley que tipifica al maltrato a las personas mayores. La iniciativa busca modificar la ley 20.066 de Violencia Intrafamiliar con el objeto de incluir el maltrato hacia el adulto mayor en la legislación nacional y generar medidas de protección para ellos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario